Descubrir que su hijo podría estar usando sustancias despierta mucha emoción. La mejor manera de averiguar lo que está pasando, y de empezar a ayudar, es empezar a hablar.
Aprenda a tener una conversación en lugar de una confrontación.
Respire hondo y prepárese para el éxito creando un espacio seguro, abierto y cómodo para hablar.
Tan enojado o frustrado como se sientas, sigue recordándose a usted mismo hablar y escuchar desde un lugar de amor, apoyo y preocupación.
Has recogido tus pensamientos y te has acercado a los nervios, pero ¿cómo empiezas a hablar? Y lo que es más importante, ¿hacer que su hijo también hable?
Puede ser difícil superar una negación rotunda del consumo de sustancias. Algunos jóvenes no soportan asumir la responsabilidad de su comportamiento y quieren quedar bien a toda costa.
¿Has conseguido mantener una conversación productiva? Date una merecida palmadita en la espalda, pero no dejes de hacerlo. Mantén el diálogo abierto.