Conocida en las calles como speed, ice, tweak o cristal, la metanfetamina o meth, como a menudo se abrevia en inglés, se fabrica en un laboratorio e incluso en una casa. Viene en forma de polvo blanco o píldora, y tiene un sabor amargo. Algunas veces, la metanfetamina parece trozos de vidrio o rocas brillantes de color blanco azulado. Es un estimulante como la cafeína y la cocaína, aunque mucho más potente.
El gobierno de Estados Unidos restringió en 2006 el acceso a la pseudoefedrina, un ingrediente clave utilizado para fabricar metanfetamina, lo que redujo temporalmente su uso en este país. Sin embargo, el consumo está aumentando de nuevo debido a que ahora la metanfetamina se introduce como contrabando desde la frontera sur. Según la evaluación de 2020 de la Administración para el Control de Drogas (DEA, en inglés), la pureza de la metanfetamina ha ido aumentando constantemente y ahora está por encima del 97 por ciento, lo que la hace más potente, adictiva y peligrosa porque se incrementa el riesgo de tener una sobredosis. Además, la metanfetamina es barata, pues una dosis puede costar unos cuantos dólares.
La metanfetamina se puede conseguir en todo Estados Unidos, principalmente en las regiones Oeste y Medio Oeste, así como en el Sureste, aunque en los años recientes, la metanfetamina es cada vez más común en el Noreste de Estados Unidos, según la DEA. Además de la creciente potencia de la droga, existe la preocupación de que la metanfetamina se combine con fentanilo, un opioide muy potente que ha sido uno de los principales causantes de las recientes muertes por sobredosis en Estados Unidos.
El consumo de metanfetamina ha aumentado 43 por ciento entre 2015 y 2019, de acuerdo con los datos más recientes del gobierno de Estados Unidos. Aún más preocupante que el alza en el consumo es el dramático aumento de las muertes por sobredosis por metanfetamina, que casi se triplicaron entre 2015 y 2019.
Para los adultos hispanos, las sobredosis mortales por metanfetamina aumentaron por cuatro, de casi una muerte por cada 100,000 habitantes en 2015 a 4.3 muertes por cada 100,000 habitantes en 2019, de acuerdo con otro estudio.
Al igual que otros estimulantes, la metanfetamina aumenta la concentración y la actividad física, además de que elimina el sueño. Otros efectos incluyen respiración más acelerada, latidos cardíacos rápidos o irregulares, y aumento de la presión arterial y la temperatura corporal. Como medicamento, se puede usar para tratar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH, por sus siglas en inglés), la narcolepsia y la obesidad, aunque debido a sus efectos secundarios, generalmente se prefieren otros medicamentos. Es importante tener en cuenta que cuando se usa como medicamento, la dosis es mucho más baja que la que normalmente se consume ilícitamente.
La metanfetamina produce una sensación de euforia que, al menos inicialmente, supera a cualquier otra sustancia pues eleva dramáticamente la dopamina, que es un neurotransmisor asociado con el sistema de placer y recompensa del cerebro. Si el funcionamiento “normal” de la dopamina es de alrededor de 100 unidades, la metanfetamina lo eleva a 1,250 unidades, muy por encima del placer derivado de la comida, el sexo, el alcohol o la cocaína. Las personas que usan metanfetamina informan estar drogadas por períodos de 8 a 12 horas después de una dosis. A menudo, las personas se ven envueltas en ciclos de consumo y periodos de agotamiento, quedándose despiertas durante días o semanas usando metanfetamina luego de lo cual se desploman por el cansancio.
La metanfetamina se puede tragar, fumar, inhalar o inyectar. La parafernalia u objetos relacionados a su consumo son pipas, agujas, papel de aluminio arrugado, cucharas, popotes y bombillas rotas. Los signos físicos de uso incluyen sudor intenso debido a que sube la temperatura del cuerpo, pupilas dilatadas, olor a amoníaco y marcas de quemaduras en dedos y boca. A menudo, la apariencia física de una persona empeora visiblemente, especialmente por las marcas provocadas por rascarse la piel o tirarse del cabello, así como por la pérdida de peso y el daño de la dentadura.
También se pueden producir cambios muy evidentes en el comportamiento. Las personas que consumen metanfetamina a menudo se quedan despiertas durante días y luego caen rendidas. Otros signos de uso incluyen arrebatos de ira y cambios de humor, paranoia con la sensación de que son observados y actos compulsivos conocidos en inglés como “tweaking”. Estos comportamientos, repetitivos y compulsivos, pueden prolongarse durante varias horas mientras la persona se siente hipersensible, molesta e impulsiva. Por lo común, estos comportamientos incluyen tocarse, rascarse o pellizcarse la cara o los brazos de manera repetitiva, limpiar obsesivamente o desarmar cosas sin razón aparente.
La metanfetamina también tiene fama entre algunos usuarios de mejorar la actividad sexual al aumentar la excitación y la energía. Dicho esto, la impotencia puede ser un efecto secundario común del uso a largo plazo, así como una sensación de que el sexo ya no es placentero si uno no consume metanfetamina como parte de la experiencia. La excitación causada por la metanfetamina puede también conducir a relaciones sexuales sin protección, lo que aumenta el riesgo de transmisión del VIH.
Es importante intervenir cuanto antes si su hija o hijo está usando metanfetamina, debido a los efectos a corto y largo plazo de esta sustancia. El uso continuo de metanfetamina afecta varias áreas del cerebro, incluida la capacidad de experimentar placer, recordar eventos, aprender y realizar tareas verbales básicas, así como las habilidades relacionadas con el movimiento y con el juicio. También puede conducir al desarrollo de un trastorno por consumo de sustancias.
Un consumidor de metanfetamina que experimenta presión arterial alta, ritmo cardíaco acelerado, temperatura elevada, cambios en la respiración, ira o agresión y paranoia puede estar experimentando una sobredosis. Una sobredosis de metanfetamina puede provocar un derrame cerebral, un ataque al corazón, insuficiencia de los órganos internos o la muerte. Los factores que pueden contribuir a una sobredosis pueden ser tomar más metanfetamina de la que una persona está acostumbrada, combinarla con otras sustancias (lo que en inglés se conoce como “speedballing”, que es consumir metanfetamina y opioides como la heroína, aunque también combinarla con alcohol o benzodiazepinas, entre otras sustancias) o tener otros problemas de salud mientras se consumen metanfetaminas.
Una sobredosis de metanfetamina requiere tratamiento de emergencia inmediato. Es importante tener en cuenta que la naloxona (vendida bajo la marca Narcan) no revertirá una sobredosis de metanfetamina. Algunas personas también creen que tomar algún tipo de sedante para reducir los efectos estimulantes de la metanfetamina puede ser útil, pero esta es una práctica extremadamente peligrosa que genera aún más estrés en el cuerpo.
La abstinencia de la metanfetamina puede provocar ansiedad, fatiga debido a patrones de sueño interrumpidos, depresión severa, psicosis, apetito excesivo e intensos antojos de drogas. La intensidad de los síntomas de abstinencia es una de las razones por las que las personas que usan metanfetamina no buscan tratamiento y continúan usando la sustancia.
A diferencia de los opioides y el alcohol, no existen medicamentos para reducir los síntomas de abstinencia y controlar los antojos. La mayoría de las veces, el tratamiento incluye terapias conductuales como la terapia cognitiva conductual y el llamado “Modelo Matriz”, además de vitaminas, antipsicóticos y antidepresivos. Otros métodos se están investigando para contrarrestar los síntomas de la abstinencia de la metanfetamina, que incluyen medicamentos o estimulación magnética transcraneal, aunque aún no se encuentra disponibles.
La recuperación del consumo de metanfetamina lleva tiempo. Los estudios de imágenes cerebrales han indicado que puede tomar dos años o más recuperarse del uso de metanfetaminas, y algunos daños relacionados con un derrame cerebral pueden ser permanentes. Llevar a un ser querido a un programa de tratamiento acreditado, ya sea ambulatorio u hospitalario, y apoyar la recuperación, es crucial.
Si su ser querido no está listo para considerar un tratamiento más formal o si el tratamiento seleccionado no se encuentra disponible, las estrategias de reducción de riesgos pueden ser útiles, especialmente con respecto al consumo inyectado de metanfetamina.
La misión del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés) es promover información científica sobre las causas y consecuencias del uso de drogas y la adicción, y aplicar estos conocimientos para mejorar la salud individual y pública. Aquí puede acceder a una guía en español sobre la metanfetamina creada por NIDA.